Mientras trabajaba como voluntaria en la Organización de Padres y Profesores en el verano de 2007, el director le confió a María que la escuela necesitaba urgentemente un nuevo sistema de filtración de agua que proporcionara agua limpia a los alumnos. Sabiendo que la mejor oportunidad para que la escuela recaudara los fondos necesarios sería durante la temporada navideña, el primer instinto de María fue gastar todo el dinero que la escuela pudiera ofrecer para comprar mercancía liquidada y crear cestas de regalo. Lo que comenzó como una inversión inicial de cuatro mil dólares se tradujo en una suma final de treinta mil dólares recaudados para las tan necesarias renovaciones de la escuela. Estos resultados inesperados, pero no por ello menos satisfactorios, inspiraron a María a explorar las prometedoras oportunidades inherentes al sector de los artículos en liquidación. Así comenzó el viaje de la creación de un negocio de un millón de dólares, con la única misión de hacer dinero.